¡Podría
diferir con él tantas cosas... pero a la vez coincidir en tantas otras! Y en cuanto a
la susodicha frase estaría con la misma disyuntiva, convirtiéndose en paradoja, como tantas me rodean día a día. Primero tendría que definir que es un sueño
para mí, para luego confundiros con mis ambivalencias paradójicas, y conseguir
no sé qué revolutum más caótico si cabe. No es mi intención, eso sí puedo asegurarlo, eso sí es claridad entre mis neuronas con
colapsos en su circulación. Únicamente es una reflexión abierta, al aire...
para que en el mejor de los casos se la lleve el viento.
Muchos
me conocéis en estas lindes, para otros alguien desconocido, que dice no sé qué
historias cuyo contenido resulta extraño con no ciertos ápices de desconcierto.
Siento lo último, pues tampoco es mi intención. Pero para conocidos y no tanto, ya sabéis que
a veces me disperso. ¡Disculpas por enésima vez!
¡Los
sueños, sueños son! Este Calderón de la
Barca o era el agua fiestas de la época,
o compartía en secreto esa inmensa soledad que tan asiduamente
padecemos. ¡Quién sabe amigos, a lo mejor contamos en nuestras filas de
agorafóbicos a una ilustre personalidad literaria! --permitidme este sano
sarcasmo--
Los
sueños son lo que dice, gramaticalmente no hay error, pues de lo contrario
serian realidades y por ende la connotación onírica no existiría. Otra cosa es lo que quiere decir con esa
frase, pues para mi puede ser desalentador mire por donde mire. Pues únicamente
descifro en tal frase un inmovilismo claro y manifiesto, desolador y
desalentador. ¡Si el sueño es sólo eso, incapacita de per sé que deje de serlo,
que se convierta en un hecho! Calderón,
creo que te sacaré de mi lista de lecturas por muy eminencia literaria
te hayan declarado. Supongo que un conjunto de estudiosos y autodenominados
eruditos, con sus gafas de pasta,
cristales gruesos, y eternos diálogos entre si, son los únicos para alzarte a esos altares.
Lástima que ninguno de ellos atravesará lo que tanto llevamos caminado, una
agotadora Agorafobia con una desoladora Depresión.
Pero,
y desafortunadamente en algunos ámbitos,
para mí, lleva parte de razón,
aunque me empeñe en no otorgársela.
Cuántos
sueños he perseguido para convertirlos en verdad, y me son negados no sé por
qué Ente superior, o por casuísticas inesperadas. ¡Oye, quizá estamos confundidos,
y Dios se llama Calderón de la Barca! Sería un hito histórico... prometo
compartir con todos los beneficios de tal hallazgo, jejejeje...
Pero
volviendo al tema, y sabedor de alguna riña de cierta amiga, este tipo niega
hasta mi propio ser. Pues entre mis pocas virtudes, cada vez menos, soy el
típico tonto idealista que cree en el amor, la solidaridad, el altruismo, la
confianza, la entrega más completa... ¿Y que es si no un ideal? ¿No es la
persecución de sueños para que dejen de serlo y convertirlos en hechos, arrebatándolos
de las manos de la utopía? De ser así,
nuestro ilustre no sería más qué una copia barata, cuasi plagio de un Parménides
en todo su esplendor con su axioma del todo y nada cambia, todo permanece. (Eruditos
Calderianos, ya podéis echaros las manos a la cabeza y soltarme todo tipo de
sapos y culebras verbales. Yo sólo os digo que las palabras..., palabras son)
Pero
he de reconocer que muchos de mis sueños se diluyen y me siento como un infante
ignorante desconocedor de las crueldades de la vida mientras duerme en su mundo
de Mago de Oz.
¿Y
con qué sueño? Buena pregunta pero con fácil respuesta, pues uno es pobre hasta
en soñar. No busco riquezas (ni siquiera juego a la lotería de navidad) ni
notoriedad. Busco lo que todos, sanar, ser feliz, amar y ser amado, tener lo
imprescindible para vivir, incluso me
conformo con sobrevivir, sentirme lleno interiormente, con paz interior e intentar que la
tranquilidad de mi conciencia se perturbe lo menos posible, que las confianzas entregadas no se vean
decepcionadas, y que la armonía en sus justas medidas (también tengo los pies
en el suelo) sea el denominador común de mi vida, y no la torturante paradoja
que no me la quito ni con aceite hirviendo. Y que los dolores más profundos e
intensos que viene de la mano de la tristeza no sean sufridos por nadie.
¡Y
no espero que dichos sueños se formalicen sentado a la espera de
"campanilla" y sus soplos mágicos!
No. Hay una tremenda lucha interna y externa para ello. ¡Pero las
fuerzas flaquean, las decepciones paralizan, la depresión interpreta su papel
y...en este negro día cargado de lluvias y grises, todo parece diluirse por
cualquier alcantarilla arrastrado por esas fuertes corrientes de aguas
fluviales!
No
me hagáis mucho caso... sólo hacérmelo cuando hable más en positivo. Sólo una reflexión
al aire, que quizá –y eso espero– se la
lleve el viento.
¡Eso
sí, y que quede meridianamente claro!
Calderón, hoy te has convertido en mi
principal enemigo número uno cual Ben Laden. ¡Y aunque sé que no estás entre
nosotros, con este frío invernal, no vendrían
mal ciertos libros para quemar y avivar la chimenea! Al menos que sirvas para
dar calor, cosa que no han hecho tus
famosas palabras.
Un
saludo amigos.