sábado, 9 de agosto de 2014

DIVAGANDO

DIVAGANDO

¿Qué es la vida cuando es invivida?
¿Qué es el consuelo cuando nada lo atenúa?
¿Donde se sitúa la esperanza cuando ha sido desterrada al confín de los infiernos?
Pienso, pero lo único que logro es una mera concatenación autómata de ideas vacías haciéndome ver que existo, cuando en verdad lo que realmente sucede es una autoimpuesta supervivencia que incluso carece de sentido.
Neuronas que pululan, riego carmesí bombeado por un biológico motor, aire insuflando alveolos sin control aparente... Le llaman vida cuando su impronta es pura mecánica sofisticada.
Le llaman milagro, cuando es producto de cualquier casuistica cósmica.
Todo eso no me hace persona, sino a lo sumo un mero "ser" animado, cuya ánima está totalmente inanimada. Cruel paradoja.
Cuando la compañía más certera es la soledad más aplastante.
Cuando el miedo no es signo de defensa, sino el más feroz y desgarrador de cualquier monstruo imaginable. Que paraliza una vida de por sí inmóvil, que incapacita cuando la desnudez del alma es tan absoluta que ni siquiera posees atributos cualitativos. Cruel ironía.
Cuando la diferencia entre vida y muerte es sólo un simple aspecto fisiológico, pues la muerte ya la degustas en la vida con su amarga hiel. Malvada ironía. Pérfida paradoja.
Y mientras tanto pasa el tiempo para únicamente denotar alguna arruga más del maltrecho rostro, pues lo demás queda relativizado por la imposibilidad manifiesta de que tu interior disfrute siquiera de meros y preciados segundos. Mal nacida Agorafobia.
Por qué, cuándo, dónde, cómo... Que más da... Mi yo se reduce a un ente estático, inanimado, que ni vive ni sobrevive... No es, simplemente está, hierático... Como el jarrón rojo de encima de la mesa, cuya diferencia solo estriba en la composición, color y textura. Malvada paradoja. Cruel Ironia.

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